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1 de marzo de 2025Principios éticos en la atención al adulto mayor
Envejecer es un proceso natural, pero la forma en que la sociedad trata a sus mayores dice mucho sobre sus valores. La medicina geriátrica no solo se enfoca en tratar enfermedades, sino en garantizar que la atención a los adultos mayores se haga con respeto, dignidad y justicia. Para ello, existen cuatro Principios éticos en la atención al adulto mayor fundamentales que todo profesional de la salud, cuidador o familiar debe conocer: autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.
Son conceptos clave en la bioética, pero no hace falta ser médico para entenderlos. Vamos a explicarlos de forma clara y con ejemplos de la vida real.
Autonomía
Que decidan por sí mismos.- Uno de los errores más comunes es asumir que las personas mayores pierden su capacidad de decidir solo por la edad. La realidad es que, mientras una persona conserve sus facultades cognitivas, tiene derecho a tomar decisiones sobre su vida y su salud.
Respetar la autonomía significa preguntar antes de actuar, explicar opciones de manera clara y evitar tratarlos como niños, NO INFANTILIZAR al adulto mayor. Muchas veces, con la mejor intención, la familia o los médicos toman decisiones sin consultar, creyendo que "es lo mejor para ellos". Pero nadie conoce mejor su propia vida que ellos mismos.
Un ejemplo sería: un adulto mayor con insuficiencia renal puede decidir no someterse a diálisis si considera que su calidad de vida se verá más afectada que beneficiada. Es su derecho y debe ser respetado.

Beneficencia

Hacer el bien, pero de verdad.- Este principio nos recuerda que el objetivo de la medicina no es solo curar, sino mejorar la calidad de vida. En geriatría, esto es fundamental porque muchas veces lo mejor no es hacer “todo lo posible” para alargar la vida, sino buscar lo que realmente aporta bienestar.
A veces, un exceso de tratamientos médicos puede generar más sufrimiento que alivio. Por eso, la medicina geriátrica apuesta por un enfoque personalizado, donde cada decisión tenga en cuenta la situación particular de la persona.
El ejemplo en este caso podría ser un paciente mayor con demencia avanzada y múltiples enfermedades. Quizás lo más beneficioso no sea seguir acumulando tratamientos agresivos, sino enfocarse en su comodidad, aliviar el dolor y mejorar su bienestar diario.
No maleficencia
Primero, no hacer daño.- Todos los tratamientos médicos tienen efectos secundarios. En personas jóvenes, el cuerpo suele compensar bien, pero en los mayores una mala decisión puede ser peligrosa. Uno de los mayores problemas en geriatría es la polifarmacia (tomar demasiados medicamentos). A veces, los fármacos se recetan y se mantienen durante años sin revisar si siguen siendo necesarios. Esto puede causar mareos, caídas, confusión y otros problemas graves.
Aquí podríamos poner como ejemplo las benzodiacepinas (medicamentos para la ansiedad o el insomnio) se prescriben con frecuencia en mayores, pero aumentan el riesgo de caídas, deterioro cognitivo y dependencia. En muchos casos, una buena higiene del sueño y otras estrategias no farmacológicas son mejores opciones. La clave aquí es revisar siempre si un tratamiento sigue siendo beneficioso o si puede estar haciendo más daño que bien.
Justicia
Todos merecen la misma calidad de atención.- El acceso a la salud no debería depender de la edad, pero en muchas ocasiones se niegan tratamientos o cuidados solo por ser mayor. Esto es injusto y contrario a la ética médica. Las decisiones sobre tratamientos no deben tomarse basándose solo en la edad, sino en el estado general del paciente y su calidad de vida. No todos los mayores son iguales: hay personas de 80 años activas y autónomas, y otras de 65 con múltiples enfermedades y dependencia.
Por ejemplo, si dos personas tienen el mismo tipo de cáncer, una de 50 y otra de 80, ambas deberían tener las mismas opciones de tratamiento. La decisión no debe basarse solo en la edad, sino en su estado funcional y su capacidad de tolerar el tratamiento.

Conclusión
En conclusión estos cuatro principios no son solo conceptos teóricos. Son la base de una atención geriátrica justa y digna.
Aplicarlos significa tratar a los mayores con el respeto que merecen, asegurando que cada decisión médica sea tomada con humanidad, sentido común y una visión integral de la persona.
Porque envejecer no significa perder derechos, y la forma en que cuidamos a nuestros mayores es el reflejo de la sociedad que queremos construir.