Deshidratación
Insuficiencia de líquidos en el cuerpo que afecta la función física y mental y puede llevar a complicaciones graves.
DESHIDRATACIÓN
1. La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, afectando el equilibrio hídrico. En el adulto mayor puede ocurrir debido a cambios en la percepción de sed, enfermedades crónicas y medicamentos, pudiendo generar complicaciones graves.
2. ¿Cuándo deberías preocuparte?
Consulta a un geriatra si observas:
-
Sequedad en la boca y piel, acompañada de labios agrietados.
-
Orina oscura y en poca cantidad, con menos frecuencia de lo habitual.
-
Confusión o desorientación, signos de afectación neurológica por falta de líquidos.
-
Cansancio extremo, incluso tras un descanso adecuado.
-
Mareos o vértigo, especialmente al levantarse rápidamente.
-
Pérdida de peso rápida, en pocos días, sin motivo aparente.
3. Causas comunes en mayores de 65 años
-
Reducción de la sensación de sed: Un cambio natural asociado al envejecimiento.
-
Medicamentos diuréticos o laxantes, que aumentan la pérdida de líquidos.
-
Enfermedades crónicas: Diabetes, insuficiencia renal o infecciones.
-
Ingesta insuficiente de líquidos, por problemas de movilidad, disfagia o apatía.
-
Fiebre o sudoración excesiva, en casos de infecciones o climas cálidos.
4. ¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico incluye:
-
Historia clínica detallada, evaluando la ingesta de líquidos y síntomas.
-
Examen físico, observando signos como piel seca, lengua seca y ojos hundidos.
-
Análisis de sangre y orina, para medir electrolitos y función renal.
-
Monitorización del peso corporal, para detectar pérdidas rápidas asociadas a líquidos.
5. Abordaje y manejo
El tratamiento busca restaurar el equilibrio hídrico:
-
Aumento de la ingesta de líquidos, adaptando la cantidad y tipo según tolerancia.
-
Uso de soluciones de rehidratación oral, especialmente en casos leves.
-
Vigilancia de enfermedades subyacentes, como infecciones o descompensación renal.
-
Educación sobre hidratación adecuada, promoviendo el consumo de agua, infusiones o caldos.
-
Adaptaciones alimentarias, incorporando alimentos ricos en agua, como frutas y sopas.
-
Control periódico, para ajustar el manejo según la evolución.
Detectar y tratar la deshidratación a tiempo es clave para prevenir complicaciones como infecciones urinarias, caídas o insuficiencia renal.
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DESHIDRATACIÓN
1. La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, afectando el equilibrio hídrico. En el adulto mayor puede ocurrir debido a cambios en la percepción de sed, enfermedades crónicas y medicamentos, pudiendo generar complicaciones graves.
2. ¿Cuándo deberías preocuparte?
Consulta a un geriatra si observas:
-
Sequedad en la boca y piel, acompañada de labios agrietados.
-
Orina oscura y en poca cantidad, con menos frecuencia de lo habitual.
-
Confusión o desorientación, signos de afectación neurológica por falta de líquidos.
-
Cansancio extremo, incluso tras un descanso adecuado.
-
Mareos o vértigo, especialmente al levantarse rápidamente.
-
Pérdida de peso rápida, en pocos días, sin motivo aparente.
3. Causas comunes en mayores de 65 años
-
Reducción de la sensación de sed: Un cambio natural asociado al envejecimiento.
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Medicamentos diuréticos o laxantes, que aumentan la pérdida de líquidos.
-
Enfermedades crónicas: Diabetes, insuficiencia renal o infecciones.
-
Ingesta insuficiente de líquidos, por problemas de movilidad, disfagia o apatía.
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Fiebre o sudoración excesiva, en casos de infecciones o climas cálidos.
4. ¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico incluye:
-
Historia clínica detallada, evaluando la ingesta de líquidos y síntomas.
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Examen físico, observando signos como piel seca, lengua seca y ojos hundidos.
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Análisis de sangre y orina, para medir electrolitos y función renal.
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Monitorización del peso corporal, para detectar pérdidas rápidas asociadas a líquidos.
5. Abordaje y manejo
El tratamiento busca restaurar el equilibrio hídrico:
-
Aumento de la ingesta de líquidos, adaptando la cantidad y tipo según tolerancia.
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Uso de soluciones de rehidratación oral, especialmente en casos leves.
-
Vigilancia de enfermedades subyacentes, como infecciones o descompensación renal.
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Educación sobre hidratación adecuada, promoviendo el consumo de agua, infusiones o caldos.
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Adaptaciones alimentarias, incorporando alimentos ricos en agua, como frutas y sopas.
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Control periódico, para ajustar el manejo según la evolución.
Detectar y tratar la deshidratación a tiempo es clave para prevenir complicaciones como infecciones urinarias, caídas o insuficiencia renal.