Insomnio
Dificultad para conciliar o mantener el sueño, lo cual puede afectar la salud mental y física del adulto mayor.
INSOMNIO
1. El insomnio en mayores de 65 años es la dificultad persistente para conciliar o mantener el sueño, lo que afecta su calidad de vida. Es común en esta etapa y puede estar relacionado con cambios en el ciclo sueño-vigilia, enfermedades o factores psicológicos.
2. ¿Cuándo deberías preocuparte?
Consulta a un geriatra si el adulto mayor presenta:
-
Dificultad para conciliar el sueño, tardando más de 30 minutos en dormirse.
-
Despertares frecuentes durante la noche, con dificultad para volver a dormir.
-
Despertar temprano, sintiéndose cansado o sin energía.
-
Sueño no reparador, con sensación de cansancio durante el día.
-
Cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad o tristeza por la falta de sueño.
3. Causas comunes en mayores de 65 años
-
Envejecimiento normal: Cambios en los ritmos circadianos que reducen el sueño profundo.
-
Condiciones médicas: Dolor crónico, apnea del sueño o síndrome de piernas inquietas.
-
Efectos secundarios de medicamentos, como diuréticos o estimulantes.
-
Factores psicológicos: Ansiedad, depresión o estrés.
-
Malos hábitos de sueño: Siestas prolongadas durante el día.
4. ¿Cómo se diagnostica en mayores de 65 años?
El diagnóstico incluye:
-
Historia clínica detallada, evaluando el patrón de sueño y posibles desencadenantes.
-
Diario del sueño, para registrar hábitos y horarios.
-
Evaluación de condiciones médicas subyacentes, como apnea del sueño.
-
Polisomnografía, si se sospecha una apnea obstructiva del sueño (AOS).
5. Estrategias para el manejo del insomnio
El tratamiento incluye:
-
Higiene del sueño: Mantener horarios regulares, evitar siestas largas y reducir el consumo de cafeína.
-
Terapia cognitivo-conductual (TCC): Identificar y cambiar pensamientos o conductas que interfieren con el sueño.
-
Ejercicio físico moderado, realizado por la mañana preferiblemente
-
Evitar el uso prolongado de fármacos sedantes, priorizando terapias no farmacológicas.
-
Tratamiento de enfermedades subyacentes, como dolor o ansiedad.
Un enfoque integral mejora la calidad del sueño y, con ello, la calidad de vida.
ARTÍCULOS
INSOMNIO
1. El insomnio en mayores de 65 años es la dificultad persistente para conciliar o mantener el sueño, lo que afecta su calidad de vida. Es común en esta etapa y puede estar relacionado con cambios en el ciclo sueño-vigilia, enfermedades o factores psicológicos.
2. ¿Cuándo deberías preocuparte?
Consulta a un geriatra si el adulto mayor presenta:
-
Dificultad para conciliar el sueño, tardando más de 30 minutos en dormirse.
-
Despertares frecuentes durante la noche, con dificultad para volver a dormir.
-
Despertar temprano, sintiéndose cansado o sin energía.
-
Sueño no reparador, con sensación de cansancio durante el día.
-
Cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad o tristeza por la falta de sueño.
3. Causas comunes en mayores de 65 años
-
Envejecimiento normal: Cambios en los ritmos circadianos que reducen el sueño profundo.
-
Condiciones médicas: Dolor crónico, apnea del sueño o síndrome de piernas inquietas.
-
Efectos secundarios de medicamentos, como diuréticos o estimulantes.
-
Factores psicológicos: Ansiedad, depresión o estrés.
-
Malos hábitos de sueño: Siestas prolongadas durante el día.
4. ¿Cómo se diagnostica en mayores de 65 años?
El diagnóstico incluye:
-
Historia clínica detallada, evaluando el patrón de sueño y posibles desencadenantes.
-
Diario del sueño, para registrar hábitos y horarios.
-
Evaluación de condiciones médicas subyacentes, como apnea del sueño.
-
Polisomnografía, si se sospecha una apnea obstructiva del sueño (AOS).
5. Estrategias para el manejo del insomnio
El tratamiento incluye:
-
Higiene del sueño: Mantener horarios regulares, evitar siestas largas y reducir el consumo de cafeína.
-
Terapia cognitivo-conductual (TCC): Identificar y cambiar pensamientos o conductas que interfieren con el sueño.
-
Ejercicio físico moderado, realizado por la mañana preferiblemente
-
Evitar el uso prolongado de fármacos sedantes, priorizando terapias no farmacológicas.
-
Tratamiento de enfermedades subyacentes, como dolor o ansiedad.
Un enfoque integral mejora la calidad del sueño y, con ello, la calidad de vida.